Un rato después de defender a muerte a Borges frente a Cortázar metamorfosea y chorrea barrio. Entra en los chinos y le tira al carnicero 'qué haces loco?'. El tabaco contrasta con la pipa de vidrio que compró porque 'es más infantil' y así es todo. El ruloso que no tiene dos medias iguales se le impone como autoridad a la misma perra que destruyó el sillón porque no le puso límites. Y qué límites pueden dibujarse si cuando el filósofo (que inventa el destino de las personas que bajan del colectivo) te mira y te atraviesa en dos segundos la conjunción de lo que se sabe, se quiere y necesita.
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