Se que te escondés
en mis lavadas de cara,
en el grito que implica salirme de la almohad,
el desayuno que rechazo
(todo ese circuito oficinesco de la mañana)
Me miras de reojo
cuando el día todavía es analfabeto.
Quizás querés corroer mi pertenencia,
los lugares donde piso baldosas
(a veces alfombras)
con pies de goma
medias
o
piel descalza,
queres tentarme, llevarme con
un gurú de neón para el otro lado.
Y cuando veo tu intento,
tu broma de mal gusto,
te encuentro pataleante
con tus maniobras de karateca triste
pedaleando con una nada que
consume tus tardes marketineras.
Quiero decir que te veo y
me sonrío,
me da ternura tu lucha afónica,
tus ideales desterrados por
un aparatito negro y frutal.
De última, podés fundar un Todo contra mí,
podés matarme con puñales invisibles,
conjurar los embrujos más huérfanos de toda nuestra historia,
quemarme los ojos con agua bendita.
O podés actualizar tu estado de Facebook y contarme
cuánto te importa el mundo
y cuánto te molesto yo.
en mis lavadas de cara,
en el grito que implica salirme de la almohad,
el desayuno que rechazo
(todo ese circuito oficinesco de la mañana)
Me miras de reojo
cuando el día todavía es analfabeto.
Quizás querés corroer mi pertenencia,
los lugares donde piso baldosas
(a veces alfombras)
con pies de goma
medias
o
piel descalza,
queres tentarme, llevarme con
un gurú de neón para el otro lado.
Y cuando veo tu intento,
tu broma de mal gusto,
te encuentro pataleante
con tus maniobras de karateca triste
pedaleando con una nada que
consume tus tardes marketineras.
Quiero decir que te veo y
me sonrío,
me da ternura tu lucha afónica,
tus ideales desterrados por
un aparatito negro y frutal.
De última, podés fundar un Todo contra mí,
podés matarme con puñales invisibles,
conjurar los embrujos más huérfanos de toda nuestra historia,
quemarme los ojos con agua bendita.
O podés actualizar tu estado de Facebook y contarme
cuánto te importa el mundo
y cuánto te molesto yo.
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