Sé muy bien cómo es ese lado desde donde vos me miras esperando que cruce. Y es por eso que me quedo así. Porque no es avanzar y seguir queriendo dos de azúcar, la ducha fría y la lectura nocturna. No. Es construir una nueva secuencia cotidiana con materias de la nada, con pilares invisibles. Desde acá escupo las mil metáforas usando las mismas veinticinco palabras porque después de todo, mi lengua envuelve la misma idea que no se termina de vaciar. Estando acá las cosas se enfrían mientras miro tu proyección que vuelve en espejo y te mando en maldición porque me resisto, porque todo está muy roto o se enfrió. Tu reflejo lo proyecta apenas vivo, potenciado. Y entonces doy tres pasos.
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