Tendría que haber aprovechado. Haber respirado aire sano, llenarme los pulmones. Lavar menos cosas, menos el cuerpo, haber leído más. Llorar más fuerte, cruzar la calle sin mirar demasiado, no tendría que haber especulado tanto cuando las personas llegaban tarde. No sacarme ningún anillo para dormir, comer más; debería haberme cortado más dedos con las páginas de los libros, pero nunca tendría que haber manchado los que me habías prestado. Sin ponerle nombre no habría podido querer algo. Debería habérmelo permitido cuando, alguna vez, perdía el miedo y tenía ganas de bailar. Dormir menos horas y más profundo, soñar más pesadillas. ¿Qué habría pasado si me hubiera dejado ser en lugar de tratar de ser algo? Lo mismo.
‘Nunca aprendas a leer, nunca aprendas a escribir’ Y es que puedo leer todo: El mismo baño diario, la misma cantidad de páginas siempre. La cantidad de minutos caminando las mismas esquinas y el no poder describirlas hoy.
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