Fotografía

Articulaba las palabras desesperado. ¿Para qué empezar si no se puede terminar? Mordía la punta de la birome, canalizaba la ansiedad que le causaba tratar de ponerle cauce al río que desborda.  Ya estoy jodido.
 No encontraba el adjetivo, la metáfora maestra. Necesito terminar, ni empecé. No llegaban. En un asiento vecino, enfrentado, un tipo lo empezaba a mirar. Carajo, me voy a volver loco. Abandonaba una tarea que creía obligación cuando el tipo le dijo en voz baja: 'No sirve. Escribir no sirve. El día que aprendas vas a entender que da lo mismo'. Esta vez sí, obligándolo. Ahora él también quiere gastarse las yemas de los dedos para entender que da lo mismo.

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