MF


A mí me parió un útero de hombre
en un parto fúnebre.
Me despabiló el golpe seco
que enseguida metamorfoseó
en nudo en la garganta.
Y después: 
la misma garganta roja y desgarrada 
de tanto gritar
la voz de
los callados. 

Cómo no ser hija tuya 
si lo atravesás todo
como te atravesaron a vos.
Uno el atravesarse más hermoso, 
el otro el más cagón, el más patrón. 
Ahora: tu sangre en la nuestra, 
tu sangre en sus manos,
avanza en la calle 
embistiendo 
y despertando. 

No estás en la memoria, 
estás en todas partes;
vos no desertás,
nosotros no abandonamos. 

Me pariste Mariano,
el día que tiraron.

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