puedo afirmar que
la vista cuadriculada que enmarca mi ventana quiebra la perspectiva en
cientos de pedazos. Son partes de cielo o telón o artificio que enciende
la luz de a poco.
Me ahoga un resfrío déspota que mi fiebre se
encarga de desafiar, la guerra callada de gérmenes copulando por todo el
cuerpo mío y mis extensiones que son las sábanas y los pañuelos de
tela, gérmenes que son desalojados de sus hoteles.
Puedo asegurar que
veo patios vecinos y no estoy segura de por qué hay un pino y una
palmera compartiendo el mismo jardín , cuándo la naturaleza se
enquilombó de tal manera, no estoy segura.
Se que tengo la boca
cortajeada, los labios como tierra seca; las palabras son cascotes
viejos y el silencio césped de plaza municipal.
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