Hay cosas todavía más ridículas que bailar el Meneaito en las fiestas de quince o ver Gran Hermano 2014
Por qué ese elitismo del ridículo, poetas elitistas? Es ridículo
mostrar sus medallas y ver quién es más patético; es ridículo su haiku
de sinónimos de pito. Ya nadie escribe sobre lo ridículo que es pintarse
los labios de rojo o sentarse en una sala de espera; comprarse un pez
naranja o pedir dos pesos con SUBE sin decir por favor.
Por qué limitarse al delivery, el café, los forros, la cocaína? Por qué
reducir la inocencia a la elección del color del encendedor? Por qué!?
Si hay tantas palabras y cosas y actos y cosas y todo. Por qué ese
elitismo entre mil comillas independiente? Independiente de qué? De
ustedes? Ustedes dependientes de su propio fetiche, de un muñequito
hecho de azúcar o alpargata o patacones.
Es culpa de ustedes. Basta
de buscar lo copado. ¡Lo copado no es copado! Ya la palabra es boba, es
un tarjetero de San Bernardo, tiene anteojos de sol a la noche y peinado
de lemon pie hecho con gel. Y, por supuesto, baila el Meneaito en las
fiestas de quince.
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