Puedo convertir esta noche, esta noche individual,
en miles de noches de calendario abierto;
puedo dilatar cada segundo, estirarlo a tres horas;
no es pausa, es el tiempo que corre por horas,
es la eternidad que configuro a mi gusto
mientras vagabundeo sentada en un asiento.

cuando la noche, vangoghesca azul, eléctrica,
se enfría y se arrastra alcanzando el reflejo en la ventana
-a partir del cual entiendo que soy un arlequín de labios finos-
invento un artificio de escape quieto
envuelta en pedazos viejos de frazadas
que me abrigan la piel impermeable,
mi sangre brota de todos los poros,
es la sangre abecedaria, la invisible.
Me levanto chorreando, hemorrágica.

Dejo lagunas de sangre invisible en el 343.

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