Nicolás

Quise buscar una manera de decirte cosas que en realidad ya sabés. Pensé en Julio. Después me di cuenta de que tenía las palabras en la lengua. Y escupí cursilería. 

Mis días se salvaron la noche que Buena Vista,
que mi cabeza y la tuya y la luz de una estufa nueva
conspiraron.
 En la alfombra te dije que sos una utopía inconsciente
lo escupí;
lo expliqué cuando miraste sin entender
(yo tampoco sabía)
entonces busqué la respuesta, la ví concreta:
había querido decir que  las grietas entre mis acciones y actos
empezaban a llenarse con materia nueva:
un papel y un lápiz consumido (pero tan vivo en tu mano al verte escribir),
la ternura fumada en pipa de vidrio,
sábanas nuevas por mi visita.
Todos indicios de la utopía
nunca construída por mis mil cabezas,
sentencias de la perpetuidad divina
que implica querer ver cómo te arrugás dentro de cien años.
Es eso: verte, de lejos, de cerca, siempre buscarte en cualquier cosa.
Y es que mi buena suerte se resume en
encontrarte en la búsqueda azarosa:
los puntos aleatorios siguen convergiendo sin ser orientados,
su libertad sigue poniéndote en la alfombra
y mi cabeza
tu cabeza
la estufa
el lápiz que nos escribe.

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