Indago en las rutas, gotea la duda y el cuarto.  Cauterizaste los ritos diarios, y es que ya no sangraban. Dijiste hemorragia sólo por pensar un rato que todavía sangraba. Te horrorizaba pero lo sentías en la lengua, en la boca. Lavando la angustia: la sangre. Y mirá que la pena tenía que ser densa para conformarnos con eso. ¿Conformarnos con qué? Nunca quisimos lavar nada con agua, con jabón, con método de lavandería.  Puedo enumerar mil metáforas del sin-sentido, porque estuve ahí, porque escribí pocas palabras, porque usé los medios sin querer cruzar el puente que se deshace cuando respiro un poco, camino mucho y veo del otro lado (el hilo invisible sosteniéndoles la mueca).

No hay comentarios:

Publicar un comentario